Convertirme en madre por primera vez fue un torbellino de emociones y desafíos. Antes de la llegada de mi bebé, mi vida giraba en torno a mis propias necesidades y horarios. Pero al enfrentarme a la maternidad, tuve que aprender rápidamente el valor de la autodisciplina.

Al principio, fue abrumador. Los horarios irregulares, el cuidado constante y la falta de sueño me hicieron cuestionar mi capacidad para manejar esta nueva responsabilidad. Sin embargo, fue durante estos momentos difíciles cuando comencé a ver la conexión entre la autodisciplina, el autoconcepto y los miedos.

La autodisciplina no solo significaba seguir un horario o cumplir con las tareas de cuidado del bebé; se trataba de redefinir quién era yo como persona y como madre. Aprendí a ser paciente, a integrar las necesidades de mi hija, y a encontrar momentos para el autocuidado. Cada pequeño acto de autodisciplina me ayudaba a fortalecer la confianza en mí misma.

Recuerdo haber leído hace unos años un libro muy interesante del autor Theodore Bryan. Este autor afirmaba que a menudo asociamos la falta de autodisciplina con la pereza, desmotivación, falta de habilidades para manejar el tiempo o falta de ambición. Sin embargo, no consideramos que todas estas cosas son síntomas de las dificultades en la autodisciplina y no tanto las causas de la misma.

Autodisciplina no es:

  • Un rasgo de personalidad que tienes o no tienes.
  • Obligarte a ti misma a vencer tu propia resistencia a la acción con el uso de la fuerza de voluntad o el esfuerzo.

Autodisciplina es:

  • Una habilidad que puede ser aprendida.
  • Darte cuenta de las resistencias subconscientes a la acción, y luego vencer estas resistencias.
  • El proceso de coordinar tus elementos psicológicos conscientes y subconscientes.

El coaching con programación neurolingüística nos enseña que el hecho de no hacer las cosas o procrastinar está asociado a miedos inconscientes.

Los miedos juegan un papel crucial en la falta de autodisciplina, afectando diversas áreas de nuestra vida. Exploremos como los miedos influyen en nuestra capacidad para mantener la autodisciplina:

  • Miedo al Fracaso: Este miedo nos paraliza, impidiéndonos tomar acción por temor a no lograr nuestros objetivos. Puede llevar a evitar desafíos o nuevas oportunidades, limitando el crecimiento personal y profesional.
  • Miedo al Éxito: Paradójicamente, el temor al éxito puede generar ansiedad sobre las responsabilidades y expectativas que vienen con el logro. Esto puede resultar en auto-sabotaje o falta de seguimiento en proyectos importantes.
  • Miedo al Rechazo: Este miedo nos hace evitar situaciones donde podríamos ser criticados o no aceptados, lo que puede conducir a la procrastinación o al abandono de metas personales o profesionales.
  • Miedo a la Mediocridad: El temor a ser «solo promedio» puede llevar a una presión excesiva sobre uno mismo, lo que a su vez puede resultar en parálisis por análisis o la incapacidad de actuar debido a estándares imposiblemente altos.
  • Miedo a los Riesgos: La aversión al riesgo puede impedirnos salir de nuestra zona de confort, lo que limita el desarrollo de la autodisciplina necesaria para enfrentar y superar desafíos nuevos o desconocidos.

Reflexionando sobre mi experiencia y las conversaciones con otras personas que han enfrentado desafíos similares, me di cuenta de que estos miedos son un problema común, especialmente cuando nos encontramos en situaciones de alta presión o incertidumbre. Estos miedos surgen de nuestras inseguridades y de la forma en que percibimos nuestras capacidades frente a los desafíos.

La clave para superar estos miedos y mejorar la autodisciplina radica en cambiar nuestra perspectiva. Es fundamental aprender a ver los errores como oportunidades de crecimiento, aceptar el éxito con sus desafíos, entender que el rechazo no define nuestro valor, establecer metas realistas, y aprender a manejar los riesgos de manera efectiva.

Este cambio de mentalidad no solo nos ayuda a superar estos miedos, sino que también fomenta una mayor autoconfianza, permitiéndonos enfrentar los desafíos con una actitud más positiva y relajada.

Para compartir contigo una solución a estos miedos y que puedas fortalecer tu  autodisciplina, los he abordado en pasos específicos:

  1. Autoevaluación: Identifica cuáles de estos miedos, de donde vienen y cómo afectan tu autodisciplina. La conciencia es el primer paso para el cambio.
  2. Reformulación de Pensamientos: Cambia tu percepción del fracaso, éxito, rechazo, mediocridad y riesgos. Considera estos elementos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
  3. Establecimiento de Metas Realistas: Define objetivos alcanzables que te motiven y te mantengan enfocado, reduciendo la presión de la perfección.
  4. Desarrollo de Habilidades de Manejo del Riesgo: Aprende a evaluar y aceptar los riesgos como parte del proceso de crecimiento.
  5. Práctica de la Auto-compasión: Sé amable contigo mismo en tus esfuerzos y reconoce tus logros, por pequeños que sean.
  6. Búsqueda de Apoyo: No dudes en buscar el consejo de mentores o profesionales que puedan ofrecerte una perspectiva diferente y consejos valiosos.

Cada paso requiere tiempo y práctica, pero al trabajar en ellos, puedes mejorar significativamente tu autodisciplina y autoconfianza.

Esta transformación no fue fácil, pero me enseñó que la autodisciplina va más allá de la gestión del tiempo o la eficiencia. Como madre y coach, ahora veo la autodisciplina como un puente hacia una mejor versión de mí misma, una que es más fuerte, más compasiva y más resiliente.

Te envío un gran abrazo

Luz María
Coach Profesional